Para que la sociedad de consumo funcione bien, necesita una clase de individuos que cooperen dócilmente en grupos numerosos, que quieren consumir más y más, cuyos gustos estén estandarizados y que puedan ser fácilmente influidos y anticipados. Este tipo de sociedad necesita miembros que se sientan libres o independientes, que no estén sometidos a ninguna autoridad o principio o conciencia moral y que, no obstante, estén dispuestos a ser mandados, a hacer lo previsto, a encajar sin roces en la máquina social.
El humano debe trabajar para satisfacer sus deseos, los cuales son constantemente estimulados y dirigidos por la maquinaria económica. El sujeto automatizado se enfrenta a una situación peligrosa, ya que su razón se deteriora y decrece su inteligencia; adquiere la fuerza material más poderosa sin la sabiduría para emplearla (Erich Fromm , El corazón del hombre).
Considero que en el mundo de la moda el consumo se ve influenciado por la maquinaria económica, a la cual yo le llamaría la maquinaria de la marca. En la moda no se busca cumplir o satisfacer una necesidad básica, sino suplir una necesidad de carácter social que nos aporta un valor como individuo en el colectivo en el que nos desarrollamos. Es por ello que muchas marcas comercializan prendas exclusivas a precios elevados para un público selecto. Esas mismas prendas son imitadas y reproducidas al por mayor para poder llegar a un precio más asequible y ser consumidas por un grupo de individuos que desean formar parte del público selecto.
Para darle un sentido visual a nuestra publicación le muestro esta crativa falda de lana y seda de Prada que viene impresa con un diseño exclusivo del artista Robert E. McGinnis, famoso por sus icónicos carteles de películas de los años 60. El estilo de inspiración vintage, termina con un borde de plumas teñido lúdico para un atractivo voluminoso y fantástico. La pueden adquirir por solo 1,568.00€.
Imágenes de Farfetch
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